Bastaron tres minutos
para confirmar que vivir con miedo
es como estar ocho
metros bajo tierra.
En tres minutos
dejé de respirar
y me refugié en el abismo del silencio
y en la oscuridad de la muerte.
En tres minutos
viajó mi mente en formato súper 8
al profundo océano
de cincuenta y cinco años de historia.
En solo tres minutos
el dolor abrazó y estremeció
cada músculo de mi
ya cansado cuerpo.
En tres minutos me invadió
la angustia de perderme
y no encontrarme en la inmensidad
de tu mirada.
En solo tres minutos…